Ya desde el siglo XVII en Venecia existían los llamados ridotti o casini. Eran pequeños apartamentos o a veces cuartos sencillos, donde los venecianos solían reunirse pasando juntos principalmente las horas nocturnas, divirtiéndose. Encuentros amorosos, reuniones de carácter político, relaciones sociales, pero sobre todo el juego de azar triunfaba entre las diversiones más amadas por la sociedad veneciana.
A menudo se desataban peleas o se producían abusos de diversa índole, tanto que el Consejo de los Diez tuvo que promulgar numerosas leyes para reglamentar el orden en estos lugares.
En 1567 el mismo Consejo prohibió estos ridotti, pero, sin embargo siguieron creciendo exorbitantemente y en 1774 se contaban 136 casini.
Muchos eran para nobles, pero existían también los para pueblo, situados en zonas periféricas de la ciudad, con la posibilidad de disfrutar de un huerto donde jugar a la pelota. Existían también casini para los secretarios, los artesanos, los cocineros, los camareros…
En estos lugares tenían lugar fiestas, bailes y la música reinaba soberana y los sábados, después de medianoche, se organizaban suntuosos banquetes.
Especialmente abundante era la cena de la primera noche de Cuaresma con mucho pescado y marisco. Una de las bebidas más populares era – sin duda – el chocolate en taza, pero se consumía también mucho café.
Entre los ridotti más celebres cabe mencionar el que se inauguró en el Palazzo Dandolo de San Moisé, en 1638, llamado simplemente Il Ridotto, el primer ridotto público, cuya fama se extendió por toda Europa. Aquí jugaban los nobles o cualquier persona que llevase una máscara, llamada Bauta y muy utilizada en Venecia. Muchos extranjeros adinerados frecuentaron el Ridotto, como por ejemplo Federico IV, rey de Dinamarca. Y…¿ Qué decir de Giacomo Casanova? Bueno…era prácticamente un cliente habitual, siendo un jugador empedernido.
Una curiosidad: los naipes se guardaban en pequeñas cajas de madera, lacadas y decoradas con chinoiserie.
En el Ridotto se derrochaban patrimonios enteros; por esto, además de todos los excesos y las malas costumbres, el gobierno de la República lo cerró en 1774.
Los casini más pequeños continuaron existiendo y organizando fiestas de todo tipo: incluso algunos se convirtieron en verdaderos burdeles.
En el barrio de Dorsoduro, cerca de Campo San Barnaba, se encuentra el Pórtico del Casin dei Nobili, otro lugar de encuentro y ocio para los nobles en su mayoría decaídos y llamados Barnabotti, por el nombre de la parroquia donde residían.
Los interiores de los casini eran muy elegantes y durante el siglo XVIII las decoraciones seguían la pasión por la chinoiserie y el tema exótico. Un ejemplo aún intacto se encuentra en el corazón de las Mercerie, entre Rialto y la Plaza de San Marcos : se trata del Casino Venier, una pequeña sala con suelo de mármoles, frescos y estucos. Perteneció a Federico Venier, pero siempre se asoció a la figura de su esposa, Elena Priuli. Desde 1987 es la sede de la Alliance Française.
En el barrio de Cannaregio , en el jardín de Palacio Contarini dal Zaffo, todavía hoy existe un edificio llamado Casin degli Spiriti.
Este lugar solitario, que se asoma a la laguna norte y así ofreciendo un panorama impresionante, fue teatro de grandes fiestas y encuentros literarios entre artistas como Ticiano, Sansovino y Aretino. Los sonidos de la laguna alrededor del Casino degli Spiriti dieron lugar a muchas y singulares leyendas.
Algunos de estos casini están abiertos al público.
Barbara
traducción: Marta